Esta hermosa Tinaja de Barro (que por su forma de cuello ancho y boca abierta se distingue de la olla de guisos anterior) es un eco directo de las despensas extremeñas de finales del siglo XIX. Aunque comparte origen y época con la pieza de cal, esta vasija se dedicó a una labor más íntima: la conservación de alimentos, aceites o mantecas, esenciales para la subsistencia rural de Salorino entre 1850 y 1900.
Su silueta esférica y su boca amplia facilitaban la manipulación de su contenido, mientras que la pureza de su barro sin esmaltar actuaba como un regulador natural de temperatura, garantizando la frescura. Es una pieza de una sencillez estética profunda, donde la ausencia de ornamentos se convierte en su mayor virtud.
Perfecta para quienes buscan integrar la filosofía rústica y el slow living en la decoración moderna. Colóquela en un rincón destacado; su presencia firme y terrenal es un ancla histórica. No es solo una tinaja, es la guardiana de sabores y la autenticidad de una época. Un tesoro decorativo que narra la sabiduría de la vida rural.






















